Carmen Juan publicó, en 2014 un libro bellísimo, un compendio de poemas que lleva por título Amar la herida y que se hizo con el VII Premio de Poesía Joven Pablo García Baena y que se averigua en la llaga, la cicatriz de la infancia de las niñas-mujeres que ‘no son como las otras’.
La indefinición, la construcción de un futuro en la seguridad de su propio cuerpo, que a veces es ajeno, las dudas y el miedo forman parte del corpus de este libro, editado por La Bella Varsovia y que contiene poemas como este:
Ya lo advertiste.
Volarán proféticas golondrinas hasta tu cuarto,
se desintegrarán pronunciándome y sabrás, es
el castigo, el castigo por lucir mi nombre en
el pecho.
Los valientes son los malditos.
La indiscreción se paga con plasma infectado.
La imprudencia se paga habitando el virus.
Niñas mentirosas
Otra joven premiada es Rosa Berbel. Su libro, Las niñas siempre dicen la verdad, está galardonado con el XXI Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal en 2018.
En este caso, la mirada es al futuro: la llaga está en el tiempo por venir. Rosa construye un libro original, en el que ya se intuye una voz propia original, pero con el poso de las lecturas que la autora ya guarda en su memoria.
Cuatro libros que, cada uno a su manera, abundan en la herida, reflexionan a propósito de la llaga que nos construye, que nos define, que nos crea. Clic para tuitearSe sitúa, Berbel, en una posición nada complaciente. Busca contar su contexto: el de una muchacha de veintipocos, con más dudas que certezas, con tanta incertidumbre como miedo, que ya a aprendido que el futuro no es un destino ni el dictado de algún tipo de Dios, sino el trabajo, el discurso, el esfuerzo personal.
Amor, sexo, trabajo, mujer, filosofía, futuro… forman parte de este libro plagado de versos conseguidos:
UNA MADRE NO ES TODAS LAS MADRES
Si la muerte invadiera estos cuerpos,
si arrasara estas tierras o los muros
cayeran a pedazos,
yo salvaría los ojos de mi madre,
me escondería con ella debajo de la cama,
y esperaríamos juntas una tregua,
un futuro imperfecto,
y desde allí los miedos
serían tan solo excusas.
Cuidar es otra herida
Un último, y muy reciente libro, premiado y que mira ‘la llaga’ desde otra perspectiva, es Los lagos de Norteamérica, de José Daniel Espejo. El poemario del escritor oriolano, que ha ganado el I Premio Internacional de Poesía Juan Rejano-Puente Genil, es un libro en el que la figura del cuidador toma presencia, se humaniza.
Los lagos de Norteamérica ponen de relieve que la persona que cuida es también de carne y hueso, que se duele por las horas de una vida que no puede vivir, aunque su centro -claro y contundente- sea el de proteger a las personas a su cargo.
Duro, casi narrativo y de una honestidad superlativa, pasa por ser un libro absolutamente sincero, casi un diario personal en verso, escrito para ser, luego, devorado por las llamas.
Hay un sitio para mí junto a mi hijo
los días deambulando
gritando por las noches
un sitio con mi nombre en el centro de lo sórdido
y de la compostura.
Ya no son necesarias las palabras
hay una provisión de cerveza templada
no parten de mi casa ya poemas como estos
ni llaman más los amigos
ni intento repetir lo que siempre les digo
lo que siempre les digo.
La llaga es lo precario
Remedios Zafra ha destrozado, durante semanas, el cuerpo al que corresponden estas manos que teclean. Su libro El entusiasmo – Precariedad y trabajo creativo en la era digital es un doloroso y realista retrato de toda esa gente que compite por hacerse un hueco y (mal)vivir del trabajo creativo en este mundo de pantallas e hiperconexión.
La autora analiza, en este trabajo ganador del Premio Anagrama de ensayo, casi toda la anatomía del creador -y, sobre todo, de la creadora- de hoy: desde la competitividad con los semejantes hasta los esfuerzos por crear una falsa vida digital que se alimenta de los likes de las redes sociales.
De todo, destaca su tesis de la vida aplazada: asumimos becas, encargos mal pagados, trabajos gratis y por los que incluso debemos pagar, con la esperanza de un futuro mejor, más optimista, menos nublado. La daga de realidad de Remedios Zafra ataca directamente al creador (periodista, escritor, investigador, artista plástico, músico) y abre una herida (la llaga) en las pantallas de los smartphone con los que pretendemos ser.
