Qué tiento, qué luz, qué invocación del recuerdo. Los poemas de Rodrigo Olay en Saltar la hoguera son como esas espigas que se enganchan en los bajos del pantalón cuando se atraviesa el campo en primavera.
El ganador del XXXV Premio Jaén de Poesía ha escrito un libro de ecos antiguos, recuerdos y oficio poético en el que traza una biografía con la forma de la acción de gracias.
El libro, editado por Hiperión, está lleno de poemas hermosos que siguen la estela de autores como Sánchez Rosillo o González Iglesias: la luz, la capacidad casi pictórica de recrear escenarios de otro tiempo, la constante evocación de lo cotidiano, el recurso de lo íntimo que trasmuta a universal… todo ello forma parte de este Saltar la hoguera, el tercer libro del autor asturiano, nacido en 1989.
Entre sonetos, rimas y un lenguaje como de ocre bruñido, el autor va desplegando un arte poético que se apoya en su propia carne para decir versos que van ganando en altura conforme se pasan las páginas del libro.
Hay que Saltar la hoguera, precipitarse al fuego para escapar en el último segundo y, al sobrevolarlo, quemar el tiempo.
CV
Las veces que mordiste hiel, las otras
que una herida en tu rostro y, más, el tiempo
que la envidia, el rencor en ti, y entonces
qué dijiste: tú aprende, saborea
la vieja quemadura
muy despacio,
este llanto conócelo, conócete,
sabe a qué sabe, míralo sin ira
y da gracias al duelo, porque hará
la luz mucho más dulce
cuando llegue,
porque hará del amor
mucha más lumbre,
porque hará qué alegría
tu alegría,
porque siempre se pierde,
pero hoy no.
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