La obra de Chéjov es brillante. El literato ruso, que reflejó las pasiones y las miserias humanas de su época en sus textos, supo plasmar, como si de un pintor hiperrealista se tratase, la ignominia del ser. Los cuentos de Antón P. Chéjov hablan de amor interesado, de honradez presunta que se desmonta ante el poder riguroso del dinero. Nada falta: pareciera que el ruso escribió sus textos ayer y no en el siglo XIX. Su obra respira actualidad. ¿Será que los hombres cometemos los mismos delitos que aquellos que pintaban con tintes naturales sobre las piedras?
El lector disfruta, se divierte, ríe y reflexiona al abrigo de los cuentos. Unos cuentos que, por primera vez, se recogen completos gracias a la editorial Páginas de Espuma. Un trabajo que se publicará en cuatro tomos de más de un millar de páginas cada uno. La coordinada por Paul Viejo (traductor y experto en literatura rusa) no es una colección de los mayores éxitos, ni tan siquiera una buena representación de los relatos cortos del literato. Es una recopilación de absolutamente todos los cuentos (aún los inéditos e inconclusos) que Chéjov escribió a caballo entre los siglos XIX y XX.
En la introducción de este primer tomo ya avisa al que se asoma a sus páginas: Chéjov “es la puerta medio abierta que lleva al cuento moderno” pero advierte que no todos los relatos son brillantes. “Conocer a Chéjov desde el principio hasta el final”, indica, “deja claro y evidente cómo se inicia un escritor que acabará siendo un genio, qué poco redondos son algunos cuentos suyos que casi ni parecen cuentos, qué arriesgados o modernos o vanguardistas son otros y cuántos tópicos se rompen”. Y es cierto, algunos de los textos, sobre todo de la primera parte de este tomo inaugural, dejan entrever una excelencia intelectual y literaria que, si bien se estima y se augura, no llega a quedar patente de un modo concreto. Por resumir: hay cuentos malos.
Pero esa no debe ser una barrera para acceder a esta perla preciosa. Es entendible, ni el mayor de los genios es siempre brillante y, una producción de más de 600 cuentos (más de 200 en este) debe abrigar, inevitablemente, una porción de paja; pero es más y mejor lo bueno.
Partiendo del trabajo documental de Paul Viejo, que incluye una precisa tabla de información relato a relato en la que se especifica traductor, fecha de publicación y lugar de la misma, una amplia lista que, en más de 20%, se compone de relatos inéditos en castellano. Este ambicioso proyecto permite conocer la evolución de autor desde un punto de vista académico, observar los cambios de estilo y temática.
Es posible resumir la obra de Chéjov en dos palabras: pasión cotidiana. El literato es capaz de abordar temas como el matrimonio de conveniencia desde una perspectiva profunda, que cala y rompe esquemas. Reflexiona, en la práctica totalidad de los textos, sobre el comportamiento humano, al que dota de unos caracteres egoístas y mezquinos en su mayor parte. Relatos que resultan aleccionadores (entrevista vana) e incluso desternillantes (Tareas de un matemático loco) pero que, en todo caso, tratan de moralizar al lector, quizá por aquello de que, en su mayor parte, veían la luz desde la tribuna de los periódicos y las revistas. Y también por la naturaleza de las publicaciones viene dada la extensión de las obras. Lo que Chéjov ofrece son relatos cortos en los que el escritor sacrifica el proceder descriptivo para dedicar más espacio a la lección, a la historia que, como sid de una fábula se tratase, esconde una clara moraleja: “Vive el día”, dicen algunos relatos, “sé realista y no sueñes” gritan otros.
Chéjov engancha, gusta, asombra, y este recopilatorio en cuatro tomos, que serán publicados a razón de uno al año hasta 2016, son su alma. La conciencia escrita de un hombre que miró a la realidad cara a cara a través de sus personajes.
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