Hay caminos que no elegimos, pero que, cuando aparecen, nos obligan a decidir quiénes queremos ser.
Marcus se encuentra en esa encrucijada y sabe que, tome la elección que tome, su vida cambiará para siempre.
No pidió ser el heredero de Tabores. No buscó convertirse en líder. Y, sin embargo, cuando la verdad llama a su puerta, responde.
Y no lo hace como un guerrero valiente que todo lo puede, sino como un joven que ama, que duda, que se pregunta constantemente si está preparado. Pone toda su humanidad sobre la mesa, se siente vulnerable y lo reconoce, algo no tan habitual en este tipo de novelas.
Esa es una de las mayores bellezas de Las Crónicas de Marcus: su protagonista no representa el arquetipo del elegido infalible.
Maritza Vicenta, la autora de este libro publicado en marzo de 2025, se ha centrado en este personaje para construir un relato absolutamente cautivador, como demuestran las primeras críticas que el texto está recibiendo.

Un héroe distinto para renovar la fantasía
Marcus no defiende su reino porque quiera poder, lo hace porque ha entendido que su historia está profundamente entrelazada con la historia de su pueblo. Lo hace por amor, por compromiso, por esa fidelidad que nace del corazón y no del deber.
Cada paso hacia el trono es también un paso hacia su verdad. Marcus no lucha con espadas —o no solo con espadas—, lucha con preguntas, con silencios, con decisiones difíciles.
Y eso convierte su aventura en algo mucho más profundo que una historia de fantasía: en una meditación sobre lo que significa aceptar el lugar que la vida nos da, aunque nos duela, aunque nos asuste.
Lo que Maritza Vicenta ha conseguido es sacar el género de los clichés habituales. De esta manera, Las Crónicas de Marcus es apto tanto para quienes habitualmente consumen literatura de fantasía, pero buscan algo más como para aquellos que se quieren acercar a estas historias por primera vez, pero vienen de novelas más introspectivas y reflexivas.
Maritza Vicenta nos regala una historia luminosa en su humanidad. No hay un discurso épico que justifique el deber ni los personajes obedecen a unas normas antiguas que hablan de honor, enemigos y defensa de lo propio.
Hay, por el contrario, una verdad interior que se impone con ternura, de una manera absolutamente especial: Marcus actúa cuando siente que hacerlo es lo correcto, no porque se lo impongan. Y eso, en un mundo de gritos y prisas, es revolucionario, tal y como defiende su autora.
Todo lo que Vicenta se ha propuesto está siendo respaldado por los lectores. Son muchos los que reconocen que al terminar el libro te queda la sensación de haber presenciado una lucha espiritual más que política.