No entiendo a mi cuñado. Me dice que se va con su crush o que le han shippeado con una chica. Desde hace un tiempo, en la mitad de nuestras conversaciones la palabra que más pronuncio es «¿qué?», mientras miro a su hermana -más enterada que yo- con mi mejor cara de cordero degollado, a ver si me explica algo que me permita seguir el hilo de la historia.
El lenguaje evoluciona, es un organismo vivo cuyos apéndices (que llamamos palabras) nacen, crecen, evolucionan, se reproducen y mueren. Igual que hoy no entendemos los ‘palabros’ apropiados del inglés con los que los adolescentes hablan, por ejemplo, sobre sus relaciones, tampoco entendía, hasta que lo busqué en el diccionario, por qué mi abuela quería ‘aljofifar’ la cocina después de comer.
El diccionario de la RAE no es ajena a estos cambios, a la evolución de la lengua y, por eso, en sus diferentes actualizaciones introduce nuevas palabras, perfila definiciones o suma acepciones que otorgan nuevos sentidos. La última modificación, anunciada en diciembre de 2018, concluye que palabras como selfi, meme o escrache merecen su espacio, debido a la necesidad de nombrar nuevas realidades.
¿Pero qué ocurre con las palabras que caen en desuso? ¿Sabías que entre 1914 y 2014 fueron descartadas 2793 palabras? ¿Dónde van cuando ya no son útiles? La artista Marta PCampos ha trabajado con este ‘cementerio de palabras’ para crear la exposición 1914-2014, una propuesta con la que la artista pretende visualizar lo muerto, lo incorrecto, lo obsoleto, lo que parece que sobra dentro de nuestra lengua para conseguir que las palabras que han sido borradas del diccionario emerjan nuevamente.
Así, sustantivos, adjetivos, verbos desaparecidos, exiliados, como bajotraer’ (una forma de humillación) o ‘camasquince’, que no es más que un entrometido, un fisgón, vuelven a la vida «de forma efímera», como explica la artista, nacida en Zaragoza en 1990.
1914-2014, abierto a la visita y la participación del público hasta el 29 de septiembre en la sede central del instituto Cervantes, en Madrid, está vertebrada a través de tres ejes de trabajo: un libro de artista, un foro en internet, abierto a la participación de cualquier ciudadano, y un programa de tres talleres en los que se reflexionará sobre la visibilización y el reciclaje de las palabras muertas.
Un espacio de lujo
Al atractivo simbólico de la muestra de PCampos se le suma el hermoso espacio expositivo seleccionado. Y es que, es la Caja de las Letras, una cámara acorazada en la que grandes personalidades del mundo de la literatura y la cultura hispana depositan su legado, ha sido el lugar elegido para este camposanto gramatical. Autores como Juan Gelman, Antonio Gamoneda o Ana María Matute han contribuido a enriquecer la herencia cultural de los ciudadanos del futuro cediendo parte de su obra a la institución.
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