Quince años alejado de la literatura. Lo recuerda de vez en cuando Óscar Navarro, que por casualidad un día entró en una librería buscando un regalo y volvió a caer en las garras de la narrativa, del ensayo, de la poesía.
De ahí, a una incesante promoción cultural en la asociación alicantina Letras de Constestania. Y de aquellos barros, Carta astral, su primer libro de poemas publicados. Lo hizo en Boria Ediciones y se trata de un libro que, explican Sara J. Trigueros y Carmen Juan en el prólogo de la edición, integra «elementos de diferentes corrientes poéticas para construir un discurso personal».
Óscar Navarro asegura, en sus versos: «El dedo se desliza / sobre la página impresa / de izquierda a derecha, / inseguro y tembloroso. / Sin embargo / es lo único que hay / cierto». Así ocurre con sus propios poemas. Estas son sus coordenadas:
-Un epitafio.
Aquí está Óscar. ¿Dónde si no?
-El más grande defecto.
La molicie, la falta de confianza, la fácil desmotivación, la inconstancia (aunque este se compensa con la sucesiva y constante ilusión por cosas nuevas). Mi mayor defecto es no ser perfecto; pero que tire la primera piedra…
-El lugar donde has sido feliz.
Mi casa casi siempre. Friburgo, aquella vez.
-Lo que da más miedo.
Esta es fácil, las alturas. De todo tipo. Las alturas físicas y las alturas morales. Incluso las buenas. Cuánto ser inalcanzable luego resulta ser el ratón de la montaña. Pero sí, mi mayor miedo es a las alturas.
-La última atrocidad.
Ciertas mezclas culinarias, como anchoas con nata y tomate seco. No lo probéis, creedme.
-Un enemigo.
Sé que lo bonito sería decir que no tengo ninguno, pero no aspiro a ser perfecto, así que sí, tengo muchos. No sé si los ex cuentan, porque de entre ellos habría para sacar. Pero básicamente las personas idiotas, las que se imponen a los demás a base de gritos, los groseros y desconsiderados… el problema es que mis enemigos dudo que sepan que lo son.
-Qué no te da pena.
Ya lo he dicho antes, no aspiro a la santidad, así que no me da pena la muerte de gente a la que desprecio por sus vilezas.
-Alguien a quien admirar.
Admiro a la gente íntegra y valiente. A los inteligentes. A quien no se calla, pero su discurso no cansa, tan cargado de razón. A quien sabe desenvolverse en público, ¡qué envidia! Al compañero de mi vida.
-El título de tu biografía.
El folleto de la vida.
-Último libro que cerraste a medio.
Tantísimos. No soy de soportar un libro hasta el final solo porque deba leerlo. Por ejemplo, el último que recuerdo: Las Iluminaciones de Benjamin; aunque me frustra porque siento que no he alcanzado el nivel necesario… pero se me pasa.
-¿Pasado, presente o futuro?
Para vivir, el presente (cuando yo era niño, el “bulling” no se había inventado, pero…). Para soñar, el futuro muy próximo, como de pocas horas. Soy depresivo-ansioso, así que de pasado y de futuro ya tengo bastante.
-La última voluntad.
Que acabe rápido, pero no pronto. Y quien quede, que apague la luz.
-Un libro.
Esta es complicada. Al azar diré, y no puedo solo uno, que Walden, que El lobo estepario o que Piedra en :U:
-Una película.
No soy nada cinéfilo, así que tengo poco repertorio. No sé, diría alguna como My Fair Lady, que no me canso de verla.
-Una canción.
Esta me la sé, y siempre digo la misma: Beim Schlafengehen, de Richard Strauss. Lo siento, nadie me hará cambiar de opinión sobre que es la canción más bella de la historia.
-Un cuadro.
Cualquiera de Mark Rothko. Si debo decir uno en concreto, la tabla derecha de El jardín de las delicias.
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