Imagen de Demian Ortiz.
La poesía de Ana Pérez Cañamares exige al lector movimiento, un cambio de lugar, el deseo de abrazar la Resistencia. Sus versos son un golpe directo a la altura de la garganta: se atraviesan a los que solo leen en el sillón un libro tras otro, sin hacer nada más.
Porque Pérez Cañamares escribe para prender la mecha de la acción. Su obra es la de una persona que vive en el mundo, que es consciente del mundo, y que sabe que el futuro está en la punta de nuestros dedos. Por eso escribe:
Despierta cada día con orgullo
por haberte traído hasta aquí.
Pero para viajar más allá del espejo
arrepiéntete. Arrepiéntete.
Antes de salir al mundo, levanta
un memorial a los ahogados.
Sus cuerpos son los escalones
que te llevan hasta la calle.
Su voz es alta-voz para los otros. Escribe porque no tiene remedio: la línea clara de sus poemas es, sin duda, la crónica de este tiempo. A modo de periódico lírico, ha dejado sus postales de este mundo injusto en libros como Las sumas y los restos (2013), Economía de guerra (2014) o Querida hija imperfecta (2019), entre otros. Estas son sus coordenadas:
-Un epitafio.
Ha sido un privilegio.
-El más grande defecto.
La (auto)exigencia, la insatisfacción.
-El lugar donde has sido feliz.
Asturias. Londres. La India.
-Lo que da más miedo.
El dolor irreparable, la guerra, la muerte de los seres queridos.
-La última atrocidad.
¿Mía? Ay, dios, espero no ser yo de cometer atrocidades.
-Qué no te da pena.
Las penas de los poderosos.
-Un enemigo.
El capitalismo y el patriarcado.
-Alguien a quien admirar.
La gente que se rebela y lucha contra la injusticia. Ahora mismo, sobre todo, la gente de la PAH y de Open Arms.
-El título de tu biografía.
Mi venganza fue amar.
-Último libro que cerraste a medio.
El pueblo, de Selina Todd. Demasiado denso para una ola de calor.
-¿Pasado, presente o futuro?
El presente es el único que lo da todo, lo que pasa es que los otros dos son muy insistentes.
-La última voluntad.
Un cigarro y unos mimos.
-Un libro.
Entre luz y oscuridad, de Harry Martinson. Dentro de diez minutos, te diría otro, pero no habría mentido en ninguno de los dos casos.
-Una película.
Magnolia, de P. T. Anderson.
-Una canción.
Joselito, de Kiko Veneno.
-Un cuadro.
El perro semihundido de Goya.
-Una receta.
Uy, fíjate si seré glotona, he podido elegir todo lo demás, pero soy incapaz de quedarme sólo con una comida.
