La novela, el teatro y la poesía son los tres grandes géneros de la literatura y, sin duda, los más reconocidos. Pero lo cierto es que dentro del ámbito de la creación literaria existen un montón de géneros más que van desde la no ficción hasta el pensamiento.
El ensayo es uno de los géneros literarios más interesantes que hay en la actualidad. A medio camino entre la filosofía, la crítica, la narrativa y, a veces, incluso la poesía, se trata de un género híbrido que invita al lector a reflexionar, aprender y tomar sus propias conclusiones sobre muchos temas.
Tradicionalmente vinculado al ámbito académico, el ensayo ha roto con esa barrera de lo ‘intelectual’ y se ha colado en la casa de los lectores a través de interesantes libros como El entusiasmo, de Remedios Zafra o El infinito en un junco, una de las últimas grandes revelaciones de nuestras letras, convertido en un auténtico best seller y firmado por Irene Vallejo.
¿Qué debe tener un buen ensayo? ¿Cuáles son las partes y estructuras de un ensayo que sea digno de llamarse como tal? Aunque como todo dentro del ámbito de la palabra escrita e impresa es libre y no tiene por qué ajustarse a ciertos parámetros, lo cierto es que estos pueden ayudar a sacar un buen texto.
Introducción
Un ensayo está centrado en un tema principal, que puede ser más o menos extenso o preciso. Sea como sea, lo primero que ha de hacer el escritor de ensayos es presentar dicho tema, explicarle al lector de qué va a hablar y por qué.
¿Con qué objetivo? Con el de interesarle y hacer que se vuelque de lleno en la lectura de las páginas que siguen. Para ello, la introducción debe ser atractiva y seductora. Conviene guardar las citas, los datos y todo lo que pueda ser más tedioso para momentos posteriores.
Desarrollo
Es el grueso del ensayo. Y el momento en el que hay que explayarse y volcar todo el conocimiento con el objetivo de trasladar la tesis del lector al autor. Esto no quiere decir que se tenga que ser aburrido: los ensayos más magistrales se leen como verdaderas novelas de aventuras.
La diferencia es que en este caso hay que utilizar datos, fuentes autorizadas a las que enfrentarse o con las que coincidir… Toda una serie de herramientas para trasladarle al público al menos tres argumentos que apoyen la idea defendida en el ensayo.
Conclusión
La conclusión debe servir para reforzar la idea principal del autor, ya apoyada por todo el contenido teórico y de investigación desvelado en el apartado de desarrollo.
La conclusión ha de ser brillante, ágil, convincente y cambiar algo en el lector. No importa que se trate de una idea que no conocía o de algo que tenía completamente asentado en su interior: la lectura tiene que suponerle un cambio, calar en algo en él.
Todo ello, con un lenguaje rico, variado y bien pensado, es indispensable cuando se habla de las partes y estructuras de un ensayo. Siguiendo cada uno de estos pasos se puede lograr un interesante texto que atrape al público al que vaya dirigido.
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