Amad las ciudades. Debería escribirse en un imperativo incuestionable. Amad el viaje, el destino y el origen. Contemplad, observad la Belleza.
Los versos que José María Álvarez ha dedicado a las ciudades son ese imperativo. En ellos, una invitación para aquellos que quieran, de veras, comprender qué es vivir. Venezia, París, Istanbul,… las ciudades, sus rincones y sus gentes se acumulan en el imaginario del poeta, que por la voluntad de una personal acción de gracias regala a los lectores experiencias no vividas como si fueran propias. Y así, de repente, uno siente el calor suave de una puesta de sol en las costas del Mediterráneo, atraviesa el Bósforo mientras sueña con la llamada a la oración o, simplemente, se deja arrastrar por una hermosa imagen -un ángel-, que trae consigo el valor frente a la muerte.

El Oro de los tigres, editado por Balduque en 2015, es una selección de los poemas que Álvarez le ha dedicado a las ciudades que ama. La edición, de Noelia Illán, contiene poemas de todas las épocas del escritor cartagenero y, además de un excelente acercamiento a su obra, supone un viaje con el secreto de la mirada del viajero en poder del lector.
Paseo por Roma
CUANDO tus ojos ya no juzguen
sino contemplen,
cuando ya solo agradezcas.
Esa es la edad de Roma,
la edad de pasear
por Roma.
Grabado de Istanbul
Por el Cuerno de Oro
un velero navega.
Va o viene de países
donde hombres
que odian su patria, olvidan.
Quizá el antiguo grabador
nos dejó en esta lámina
su sueño de otra vida.
Muchos años después, en otro hombre,
despierta el mismo anhelo.
Grabador y grabado,
aquel sueño y el mío…
Un día
el tiempo nos confundirá
al olvidarnos.