Esa voz que recita en una librería vieja. Esas manos preñadas de duende que caminan por un pentagrama imaginario, que dibujan el verso al que acompañan. La metáfora precisa, las palabras últimas empañando el pecho de la gente. «Matad poetas«, sí; «Matad, poetas«, también, recomienda Juan Cobos Wilkins en su último libro (Fundación José Manuel Lara, 2019), que presentó ayer en la librería Rafael Alberti, en Madrid.
La escritora Nuria Barrios fue la encargada de abrir la puerta a este Matar poetas, un libro que viene a «cerrar la trilogía que el autor abrió con Biografía impura (Fundación José Manuel Lara, Vandalia de Poesía, 2009) y El mundo se derrumba y tú escribes poemas (Fundación José Manuel Lara, Vandalia de Poesía, 2016)». Para la autora, este Matar poetas es «una defensa encarnada y desnuda de la poesía a vida o muerte».
Y así resulta, pues la lírica intimista y personal de Juan Cobos Wilkins -que no por ello permanece ajeno al exterior, a lo que está pasando- toca hondo, profundo, más allá de donde el médico forense puede meter las manos en un cuerpo trinchado abandonado en la acera:
INTENTA EXPLICARME LOS TEMAS DE LA OBRA
Renace y, sin ti, dime:
La carne es triste y yo he leído ya todos los libros.
Ahora restan tan sólo un par de temas:
los recuerdos,
la muerte.
Cierto, mas observa
aún tu cuerpo adentrarse
por dos veces igual
en la corriente intacta. Mil
soles diminutos, gotas
de agua sobre la piel desnuda, desnudada
bajo la láctea higuera del verano.
La soledad.
Música para la blanca lengua extirpada viva al unicornio.
Perfume en los dedos tras rallar un limón.
La soledad.
Siempre, antes y después de morir,
la soledad.
O renacernos.
Como si la carne fuera dulce, fuera alegre
y nos quedasen todavía páginas en que arder.
Diálogo en verso y prosa
Matar poetas es un poemario de estructura «novedosa y desconcertante», explicó Barrios. Y es que Cobos Wilkins ha escrito un libro de ecos, en el que cada poema en verso recibe la respuesta de una prosa poética que ‘niega’ a su anterior. Así, el poeta nombra al segundo poema de su libro INTENTA EXPLICARME y al tercero NO INTENTO EXPLICARTE; al décimo INTENTA EXPLICARME LA AUTOFAGIA y al siguiente NO INTENTO EXPLICARTE LA AUTOGAFIA.
El diálogo funciona: lo lírico se enfrenta a las palabras crudas, casi científicas, definitorias, de las prosas poéticas, que siempre giran al verso porque, sobre todas las cosas, Juan Cobos Wilkins es un poeta.
Y qué poeta, qué forma más hermosa de recitar. Es como si se parase el tiempo para que la mano capture las gotas que la lluvia derrama sobre un cristal, como si en el silencio de una ciudad habitada por sordos tañese grave una campana.
Juan Cobos Wilkins maneja el ritmo del poema, lo conoce y lo integra en su memoria. Recita porque vive. Y vive, también, porque recita de esa manera entregada, como de manos abiertas, como desnudo tras sus ojos de niño discreto y miedoso.
El poeta estuvo además acompañado por el músico David Galaz, que interpretó un par de canciones con un serrucho y con un instrumento de principios del siglo XX.
Este Matar poetas es, en palabras del autor, «un intento de que el lector vuelva la mirada al pelotón de fusilamiento que apunta con los ojos vendados al que les mira con los ojos bien abiertos, desde una mirada ética y estética«, un libro que busca receptores activos, con la vida dispuesta sobre la piel.
Es la hora: Matad poetas. Matad, poetas.
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