Una fotografía ‘apresa’ un tiempo pasado, lo destina a unas rejas transparentes y perpetuas, genera una existencia paralela, limitada a las cuatro paredes que conforman el retrato. Pero una fotografía también es «la misma vida de los hombres en cualquier lugar de la tierra. Es la prolongación de un rostro que se nos acerca con gesto de poder o de dolor, es la misma celebración o funeral con sus detalles, temperatura, olor, clima». Una cárcel que libera la historia del concepto de tiempo: en la imagen todo es eterno; hasta los hombres y mujeres que aparecen en ellas quedan ‘condenados’ a conservarse más allá de sus propias vidas.
Ante el objetivo de Alberto Schommer (1928-2015) ha pasado gran parte de la historia cultural y artística española de la segunda mitad del siglo XX. Su mirada única para el retrato, la capacidad de entablar una relación íntima con los protagonistas de sus fotografías y una suerte de don por el que mira más allá de todas las miradas hicieron de él un habitual en el fotoperiodismo del país, a través de colecciones encargadas por cabeceras como ABC o ElPaís. Personalidades como Camilo José Cela, Juana Mordo, Salvador Dalí, Carmen Martín Gaite, Lola Flores y un largo etcétera muestran su rostro de una manera muy honda y sincera.
La Cárcel de Segovia acoge en sus celdas, y hasta el próximo 11 de agosto, la exposición CONTEMPORÁNEOS, dentro de la XXII edición del Festival internacional de fotografía y artes visuales PHotoESPAÑA, una muestra de más de 70 obras del artista vitoriano que se hizo con el Premio Nacional de Fotografía 2013. Atrapados en el silencio de la prisión observan al visitante las miradas opacas de Alberti, Nuria Espert, la Chunga, Chillida…
Agrupadas en cuatro series temporales –Retratos psicológicos (1969-1973), Actitudes (1988-1989), Máscaras (1984-1985) y Retratos año 2000-, gracias a la visión de conjunto es posible comprender la evolución y distintas tendencias de Schommer, quien en su obra trata no solo de mostrar la fachada física de sus protagonistas, sino su trasfondo psicológico.
Alberto Schommer afirmó, en su discurso de ingreso a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que el retrato «es quizá el hecho más importante dentro de la fotografía. Es el enfrentamiento consentido de dos personas poderosas que se observan activamente ya que el sujeto, por pasivo que parezca, no deja de aportar en su concentración unas señales perceptibles por el autor (léase fotógrafo) en las que envía simbologías de poder, relajación, elegancia o vulgaridad. El autor debe aceptar estas indicaciones, aprovecharlas, para construir el retrato. Porque un retrato de autor es algo más que un documento«.
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