Diez o doce boxer; pantalones y camisetas suficientes para los próximos diez días; medicinas que eviten las consecuencias de los excesos cometidos a la mesa; gafas de sol, dinero en efectivo… y un libro. La maleta queda lista entonces, solo entones, cuando la ropa y todo lo demás quedan coronados por un libro. O varios.
Me llevo un viaje a un viaje. Madrid-Cochabamba, me cuenta uno de sus dos autores, es un retrato de dos ciudades y del hombre. Por eso, porque quien viaja solo busca conocerse en los otros, rompo el azar para hacer kilómetros físicos y, a la vez, viajar a otras dos urbes más a través de las páginas.
Observo la portada tras hojear su interior. Trazo con mi dedo corazón el título –Madrid-Cochabamba– y pienso, antes de cerrar la maleta, en si sabré sobrevivir a esta ‘cartografía del desastre’.
¡Addio!
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