La valentía de los hombres y las mujeres ante la ciudad sitiada. La dignidad ante el hambre, los brazos abiertos ante la llegada de la muerte. Escipión a las puertas, ese romano ávido de la Gloria. Los Numantinos, intramuros: ya se saben perdidos, ya sus mujeres como sombras, ya sus el llanto de sus hijos apagado.
Miguel de Cervantes escribió la El cerco de Numancia hacia 1585. Cuatrocientos treinta y seis años después, la compañía Nao D’Amores ha puesto sobre las tablas del Teatro Juan Bravo, en Segovia, esta tragedia renacentista que profundiza sobre la dignidad, el poder, la gloria y la historia de este pueblo que no quiso sucumbir ante el abuso del Imperio Romano. Y lo ha hecho con dos noches —lleno absoluto, con las limitaciones que impone la pandemia— de estreno en los que la compañía dirigida por Ana Zamora ha mostrado al público una recreación rigurosa, original, con el tono de la fábula o el mito y un trabajo escénico y musical capaz absolutamente impresionante.
El trabajo del elenco, fruto de una colaboración con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, ha sido el de entender el texto cervantino desde su absoluto contexto original. Así, el montaje de Nao D’Amores apuesta por la desnudez escénica, las melodías evocadoras de ese tiempo, y un trabajo exquisito sobre el texto. El castellano de Cervantes —rico, complejo, elevado— toma así presencia escénica a lo largo de los 70 minutos de la representación y se convierte en el protagonista principal.

Pero no está solo: el trabajo de los actores y músicos —presentes todos prácticamente durante toda la obra en escena— enriquece un texto en el que lo mágico, lo mítico y lo real se convierten en un todo que Ana Zamora ha sabido traducir perfectamente para el público contemporáneo.
Con qué elegancia se plantean las magias, los juegos místicos, las muertes o los amores que ocurren dentro de los muros de Numancia. De qué manera los personajes van haciendo caer al público en ese infierno que vivieron los sitiados, cómo le ayudan a comprender su sacrifico, única forma de hacer también perdedor a Escipión y a los ejércitos de Roma.
Dice la directora del montaje: «Nuestro acercamiento a la Numancia pasa por entender la obra en esa característica construcción del género trágico, que fusiona la violencia con el debate verbal estilizado, enmarcada en las dualidades naturaleza / cultura, barbarie / civilización. La embriaguez de los ritos dionisíacos, al servicio de la vida comunitaria reglada como acto de comunión imprescindible en la constitución de la convivencia democrática». Después de estos dos primeros días de éxito, la compañía Nao D’Amores llevará su Numancia al teatro La Comedia, de Madrid, entre el 19 de noviembre y el 30 de diciembre.
Arde un fuego invisible sobre el escenario. Un símbolo encarnado cae junto con un cuerpo: Numancia ya solo son cenizas. Escipión ya no puede llevar la Gloria a Roma: el Africano apaga, con sus lágrimas, las brasas del incendio.