La librería a la que suelo acudir cuenta con un gran estante dedicado al cómic y la novela gráfica. Estas baldas están, precisamente, al lado de algo tan ‘sagrado’ para los lectores como son los libros de poesía.
Esto crea extrañeza en algunas personas: ¿qué hacen ahí los cómics? ¿Las viñetas de Batman son literatura? Durante las últimas décadas se ha asociado el cómic y la novela gráfica a algo infantil, para niños, para lectores poco aventajados.
¿Cuánto de verdad hay en esa visión? Lo cierto es que bastante poco. Basta mirar al cine: los universos de Marvel o DC han mutado en películas serias, para adultos, con un importante trasfondo psicológico y narrativo.
¿Por qué no va a ser compatible el cómic con la literatura de calidad? ¿Por qué tener un FUNKO POP de Marvel en la estantería iba a ‘degradar’ a los libros que están detrás? ¿Por qué es más importante la novela de Crimen y Castigo que la historia narrada en Watchmen o el mítico periplo de Wonder Woman?
Afortunadamente el cine y las librerías están ayudando a romper con esa falsa creencia. Solo hay que profundizar un poco en el mundo de la novela gráfica y el cómic para descubrir historias verdaderamente profundas y de gran vuelo literario, con base en la tradición clásica e incluso en los mitos grecolatinos.
Aprender de los cómics
Parece una locura, pero solo hay que acudir a esa estantería de la librería habitual para encontrar en los cómics verdaderas historias a la altura de las mejores novelas. Obras como The Killing Joker, The Long Halloween, el Daredevil de Frank Miller, o, Civil War no son solo un alarde de ilustración, sino que esconden historias de gran calado para los lectores.
Por eso hay que sentirse orgullosos de tener una buena colección de FUNKO POP de DC en casa, y que estos convivan perfectamente con libros fetiche de la literatura universal y, por supuesto, con una colección de cómics y novelas gráficas que esté en continuo crecimiento.
El gusto por este tipo de literatura está experimentando un gran auge en estos años y seguirle la pista a editoriales como Astiberri o Norma Editorial no solo es una buena idea, sino que resulta una obligación para quienes quieran considerarse auténticos lectores y deseen dominar todo el panorama literario.
Un género infinito
Cuando uno comienza a leer y a coleccionar cómic y novela gráfica se da cuenta del microuniverso que existe en torno a estas historias que ya forman parte de la iconografía literaria e íntima de cada uno de nosotros. Las imágenes de Batman o de Capitán América ya forman parte del imaginario popular y se han integrando en el mythos cultural de nuestras generaciones.
Tanto es así que, al igual que las publicaciones que se centran en analizar la compleja red de relaciones de los dioses griegos, existen libros que tratan de explicar la complejidad del universo de los superhéroes.
Se trata de ejemplares como las enciclopedias de Marvel o las enciclopedias de DC. Estas gruesas publicaciones están elaboradas por auténticos especialistas, no solo en la intrahistoria de la narrativa, sino con profundos conocimientos sobre la creación de estos héroes, sus mejores dibujantes, primeras apariciones, etc.
Todo ello al servicio de un complejo trabajo que es, pura y básicamente, literatura. Y como tal hay que tomarlo: el cómic es un objeto artístico, un artefacto literario, un libro, una historia… y como tal, está creado para hacernos pensar, disfrutar y emocionarnos. ¿Quién puede decir lo contrario?
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