Camino Ácido es el primer disco de Ángel Stanich, un artista que se tambalea- siempre en la cuerda floja- entre Neil Young, Quique González y Dylan. Trasgresor, garante de una esquizofrenia vocal, Stanich, ha logrado que el público underground se acerque a su disco. Un trabajo sencillo, visceral, elegante, asombroso… que ha visto la luz gracias a Sony-Music.

Camino Ácido, a caballo entre el folk-rock tradicional y la pseudo-canción de autor propugnada por González, Vegas o Albert Pla, llega a ser inquietante. La voz de este enigmático santanderino, que acumula a sus espaldas solo un cuarto de siglo, se sitúa un paso más allá de la mera interpretación. Temas como “El Outsider” o “La noche del Coyote” son las piezas que demuestran que Stanich no canta, se funde con sus letras narrativas, surrealistas y casi opiáceas, enajenantes.
Los once temas del disco, que contiene dos bonus tracks (“Mezcladito” y “El Río”) y una pieza instrumental, poseen una duración media de cinco minutos. Demasiado largas, podría parecer, pero no: Stanich hace un uso exquisito de la duración para narrar sus historias, casi cinematográficas. Un disco que se basa en los sonidos acústicos, casi simples, que permiten brillar al extraño timbre del artista. Un timbre que, el que escucha, debe trascender para centrarse en letras que cuentan lo que ya nadie se atreve a contar “no es un lugar seguro/el campo de los sueños/ tú vuelve al viejo mundo/ que vaya en blanco y negro”, dice en “La noche del Coyote”.
Ángel Stanich es la rara avis del panorama actual. Realmente y, aunque buscamos analogías en voces como la de Dylan, no se parece a nada y, al tiempo, se parece a todo. A todo lo bueno.