La fragilidad de la moral

Alvaro de la Rica demuestra, en No te vayas sin mí, que el amor y el deseo sexual son dos sentimientos que componen un laberinto de inexistentes salidas. Si la pretensión del lector es enfrentarse a un texto claro, con una línea pautada, debe olvidarse de esta novelilla publicada en Alfabia. El autor, que a la vez es narrador y protagonista y pretende –consiguiéndolo en alguna feliz ocasión—ser la humanidad entera, ha llenado las páginas de su novela con un sentido único: explicar que, como las verdades y las mentiras, no hay sentimientos absolutos y que las personas naufragan continuamente en un océano de autoconvencimiento, celos, desencantos y fidelidades inciertas en esto del amor.

Absténganse idealistas, de la Rica lo deja claro: no hay amor eterno, no hay posibilidades de acallar las pasiones. El hombre, en su imperfección, se mueve, al fin, gracias a sus instintos animales, pese a que la sociedad haya querido silenciar esos gritos de caverna.

La prosa de Álvaro de la Rica es como un cuchillo hiriente. El autor consigue amenazar a la sensibilidad del lector, desmontar sus aparentes ideales. No te vayas sin mí es, en síntesis, la historia de la propia vida. Jacob, un hombre íntegro, se debate entre el amor entregado a su esposa enferma y uno nuevo, más puro y embarrado de pasión por Claire, a quien está entregado desde el principio del relato.

Quizá lo más interesante de la historia es la forma en la que el autor refleja la vinculación del hombre con su amante, una dependencia que no precisa de contacto físico, que no necesita del sexo. Porque, al fin y al cabo, lo que Jacob y Claire encuentran el uno en el otro es algo más, un espacio de trascendencia en el que ambos personajes se complementan, se completan.

No te vayas sin mí, de Álvaro de la Rica.
No te vayas sin mí, de Álvaro de la Rica.

Un retrato de la propia vida con un velo erótico encubierto, discreto, elegante, que viaja más allá de la existencia y no puede ser contenido en las palabras. Flota sobre todo y entre todos. Ese es el resumen más certero de la novela de Álvaro de la Rica, que casi se convierte en un relato sobre la moralidad, sin tratar de serlo. Un cuentecillo sobre la vulnerabilidad humana que demuestra lo frágil que es el banco de dictámenes sociales sobre el que se sienta la humanidad y, a la vez, el sentimiento de culpa que reside en el hombre y en la mujer cuando no están haciendo lo correcto y pasan a vivir para sus deseos.

Una fragancia recorre todas las páginas de No te vayas sin mí. Se trata del aroma que deja patente el ejercicio de la pausa, de lo meditado. Un regalo al lector, sin duda.

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