No podía imaginar que acabaría enganchado a la narrativa de David Cano en 11. El libro, editado por Balduque en 2023, plantea qué supondría que un exitoso futbolista de primera división saliera del armario.
Prejuicios, presiones, homofobia y muchísimos otros asuntos entran en juego en esta novela, en la que especialmente destaca el modo en que Cano ha construido a su personaje.
El escritor murciano no ha sido condescendiente a la hora de dibujar el perfil de Héctor Matías, que llega a uno de los principales equipos del país a cumplir su sueño. Pese a utilizar la primera persona, el texto demuestra cómo el futbolista tienen que enfrentarse al hecho de ocultar su orientación sexual y, a la vez, convivir con el éxito obtenido.
Esto hace que Héctor se equivoque, crea estar en posesión de la verdad, muestre su vulnerabilidad y también sus miedos en ese día a día en el que le piden goles y silencio. Una interesante propuesta que milita en la tolerancia y que quiere derribar el conservadurismo que rodea al mundo del fútbol en España; un texto que ayuda a reflexionar sobre nuestras propias conductas censoras y homofóbicas y que se lee con una agilidad tremenda.
Extranjero de sí mismo
Meursault rehuye del afecto hacia su madre. Sus brazos son débiles ramas de sauce que abrazan qué.
Mira sin mirar, respira como metrónomo, deja que todo pase porque pasa: es un extranjero de sí mismo.
He leído El extranjero, el clásico de Albert Camus, en una edición ilustrada por Juan Muñoz y con traducción de José Ángel Valente. He paseado por esas calles argelinas llenas de sopor y, con el protagonista del breve relato, he sentido el hastío, la despersonalización, la sorpresa de aquellos que lo miran y ven nadie.
No ser nadie. Evitar que algo altere esa nihilidad, mantener el equilibrio entre la nada y la nada, amar con frío -manos como filetes de pechuga de pollo congeladas-… Una delicia que genera una rara inquietud en cada página.
Mi lengua, tu lengua, me hacen extraño
Ocean Voung escribe En la tierra somos fugazmente grandiosos, su primera novela, con un objetivo: narrarse para su madre. Hijo de una familia vietnamita migrante, desde muy joven este chico se reconoce incapaz de conectar con su propia madre y con el entorno por el lenguaje.
El inglés, que no termina de dominar y que su madre desconoce, lo aleja de lo que es, pero también impone una barrera ante lo que Ocean quiere llegar a ser. Desde esta dificultad el autor relata una infancia y una adolescencia traspasada por el dolor que le causa ser extraño en todos los contextos.

En esta novela de aprendizaje, Voung reflexiona especialmente sobre el descubrimiento de su sexualidad. La misma lengua con la que no es capaz de expresarse ahora tampoco se reconoce fácilmente en la piel de los hombres que ama. Por eso dice: «Escribo para llegar a ti -aunque cada palabra que escribo sea una palabra más lejos de donde estás-«.
El lenguaje poético que ensaya Ocean Voung es francamente delicioso. Por eso, aunque lo narrado pierda fuelle a partir de la segunda mitad de la novela, el lector sigue paladeando esta forma confusa que el joven tiene de relacionarse con el mundo.
¿Qué es una familia?
Me pide LaEsposa que lea El hijo de todos, de Louise Erdrich. Tomo el volumen, editado por Siruela, y trato de encontrar el motivo de que el libro haya ‘aparecido’ en mi mesita de noche.
La narrativa de la ganadora del Pulitzer no me convence del todo. Demasiado fragmentada, tal vez algunas narrativas de más… Pero entiendo: esa familia, la importancia del honor, del respeto por las tradiciones que ni siquiera se entienden, la necesidad de hacer daño a otros para liberarse del dolor propio.
La autora hace uso de sus raíces indígenas para profundizar en una cultura que, en la actualidad, en el pasado más inmediato, funciona fuera de lo esperado. ¿Por ejemplo? Dar un hijo en pago de otro.
Landreaux hiere de muerte a Dusty, el hijo de sus vecinos y amigos. Para reparar el daño que ha causado a su familia, las visiones que experimenta en un rito indio le invitan a dejar a su pequeño LaRose con sus vecinos: ahora será su hijo.

Pero no, el pequeño no termina de desprenderse de su vida anterior: mira a sus dos madres y apenas entiende. Y tampoco lo comprenden los hermanos, ni los propios padres, que sufren, envidian, temen, roban, lloran y se duelen.
¿Qué es una familia?, parece preguntar la autora en un libro que huele al humo ritual de los sahumerios, que se seca como un ramo de rosas que antes tuvo una belleza y ahora otra. Y yo no acierto a dar una respuesta.