Les-luthiers

Cállense y disfruten

Cincuenta años de experiencia sobre los escenarios dan para mucho. Por ejemplo, para tenerle la carcajada medida al público, para saber en qué momento el aplauso se va escapar de las manos del respetable, para tener claro en qué momento se debe interrumpir el guion para dejar a los espectadores respirar entre gag y gag.

Es suficiente para saberlo, pero para llegar el auditorio Víctor Villegas -y haciendo prácticamente los mismos chistes de toda su trayectoria- hay que tener algo más: una especie de encanto, duende, don. Y Les Luthiers lo tienen: su antología ¡Chist!, que ayer presentaron en Murcia, lo demostró. Una vez más.

Y eso que entre los asistentes debía caber la duda de si se notaría o no la ausencia de Daniel Rabinovich, que dejó el grupo -y la vida- el pasado agosto de 2015. Y se notó, sí, aunque Martín O’Connor -dueño de una voz poderosa y una presencia escénica distinta a la que hasta ahora venía siendo la habitual entre los humoristas- cumple perfectamente sus funciones. Algo fallaba, aunque todo sigue funcionando en el engranaje de su humor musical. Tal vez sea un juicio injusto para los artistas que quedan y para los que se han incorporado, así que tal vez sea solo cuestión de tiempo.

¡Chist! repasa alguno de los mayores éxitos de los argentinos. Abrieron el espectáculo arriesgando, con la pieza Manuel Darío (Canciones descartables) y dejándole el mayor peso a O’Connor. Quizá una apuesta -aunque la función parece seguir el orden original- para demostrarse a ellos mismos que la ausencia de Rabinovich no afecta al resultado. Y una vez más, sí y no. La desconocida cara del artista, sumada a algunos pequeño problemas de sonido, que se repitieron durante la primera mitad de la función y que era más acusada cuando había más de una cuerda sobre la escena, despistaron al inicio. Pese a ello, risas continuadas desde la primera y medida broma. 

El ambiente se relajó con La Comisión (Himnovaciones), donde el protagonismo lo asumen dos clásicos, Carlos Núñez y Marcos Mundstock, con la compañía del otro nuevo componente del grupo de cómicos, Horacio Tato Turano. Acabaron las dudas: ya sonaba a Les Luthiers.

Por si quedara alguna, sobre todo respecto a O’Connor, él mismo se encargó de despejarlas en La Bella y Graciosa Moza Marchose a Lavar la Ropa. Nuevamente caía el peso sobre el ‘novato’, que se sacó una voz rotunda, perfecta. 

Por lo demás, la receta es sencilla pero efectiva: un dominio de prestidigitadores sobre los dobles sentidos y los juegos de palabras, canciones y estilos populares ‘al oído’ y una puesta escénica en la que siguen teniendo parte crucial los instrumentos que fabrican. Chapó. O ¡Chist!


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