Vermeer, Diego Velázquez, Jan Van Eyck, Van Gogh… Muchos son los grandes pintores de la historia universal que cuentan, entre sus obras, con excelentes retratos a personalidades de su época o a personas anónimas.
La joven de la perla, la Gioconda o el matrimonio Arnolfini son solo algunos de esos ejemplos, que durante la Edad Media y el Renacimiento adornaban paredes de palacios, casas señoriales, castillos e iglesias.
Sin embargo, la pintura contemporánea fue evolucionando, especialmente a lo largo del último siglo, hacia tendencias y fórmulas de expresión donde la reproducción fidedigna de un rostro no parece tener cabida. ¿Es así? ¿Ya no se hacen retratos?
Pudiera parecer que la llegada de la fotografía habría anulado, de un plumazo, la necesidad de estas obras. Pero lo cierto es que no es así. Muchos pintores profesionales y aficionados acuden a las tiendas de arte a comprar materiales de los retratos de encargo, puesto que son un tipo de trabajos al que muchos artistas se lanzan para mejorar su técnica y crear una ‘voz’ propia.
Acogiendo las fórmulas pictóricas modernas –incluso Picasso hizo retratos abstractos–, buscando una línea de producción propia o siguiendo patrones de los grandes maestros, muchos artistas se ponen al servicio de personas que quieren regalar cuadros por encargo a partir de fotos.
Y es que por mucho que se quiera, nada tiene el sabor de una pintura: comprender que el objeto que cuelga en la pared es obra de un creador que ha dedicado tiempo y ha puesto todo su talento para alcanzar el resultado es una experiencia que va más allá de cualquier otro tipo de reproducción.
El arte del retrato
Aunque parezca que hacer un retrato es ‘copiar’ una foto o a una persona del natural, lo cierto es que este tipo de cuadros va mucho más allá.
Los retratistas con más talento no solo se encargan de hacer una imagen humana muy parecida al modelo, sino que buscan que el resultado también transmita unas sensaciones sobre su personalidad, su forma de ser, el entorno en el que vive, su trayectoria vital…
Se trata de un trabajo muy psicológico, en lo que lo importante es saber mirar, explican muchos de los artistas que se dedican a esta tarea.
Por eso en cuanto a retratos personalizados precios hay muchos: desde el que se dedica a hacer rápidas caricaturas por unas monedas hasta quienes realizan un arte minucioso, hiperrealista y con materiales como el óleo, que es la reina de las pinturas para este tipo de trabajos.
Una obra para toda la vida
Los retratos son, junto con las reproducciones de cuadros al óleo por encargo, los más demandados por las personas que quieren tener un poco de arte en su casa.
De esta manera, pueden recordar a sus hijos en sus primeras etapas de vida, colgar una reproducción elegante de sí mismos en el despacho o incluso convertir en obra de arte algunas de las fotos más bonitas del día de su boda, por decir solo algunos de los ejemplos más usuales que reciben como encargo los pintores dedicados a este arte.
Las fórmulas son muchas y las opciones, infinitas. Por ello, lo mejor es contar con un creador cuyas obras hablen por él: ver el trabajo anterior de aquellos a los que se les va a hacer el encargo es la mejor manera de acertar en la decisión de solicitar un retrato.
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