No les gusta Sabina
Debían ser las cuatro de la mañana. Veníamos de un concierto y, excitados por lo vivido, los ocho o diez que andábamos por casa le robábamos horas a la madrugada hablando, sobre todo, de música. Por suerte, una guitarra y…
Debían ser las cuatro de la mañana. Veníamos de un concierto y, excitados por lo vivido, los ocho o diez que andábamos por casa le robábamos horas a la madrugada hablando, sobre todo, de música. Por suerte, una guitarra y…